Recuerdos de Mexico

Se han terminado las vacaciones de Navidad. No he contado mucho ultimamente porque estaba de vacaciones.

Aqui pongo la cronica de mi viaje a Mexico que escribio la mama de mi amigo Pepe. Para el periodico

Sólo en México:
De turista a cónsul en un santiamén
Silvia Cherem S.

Rafael López Espinosa, madrileño entusiasta de 28 años, ingeniero industrial que actualmente estudia una maestría en negocios en la Universidad de Stanford, California, viajó a México a principios de diciembre para asistir con cerca de 40 estudiantes de “Estanfor”, como dice él con su acento marcado, “al bodarrón del siglo”, la unión de su querido compañero Javier Velasquez con Andreina.
Todo estaba perfectamente calculado para que turcos, chinos, americanos, europeos y latinos supieran desde cómo vestirse y llegar al Colegio de las Vizcainas, hasta ponerse a tono para una fiesta que prometía durar más de doce horas.
El 4 de diciembre, Rafa aterrizó en México proveniente de San Francisco. Venía con Marc Jux, de origen chileno. Estaban emocionados, habían viajado por el mundo entero pero era la primera vez que pisaban México. Mientras esperaban en la cola de los extranjeros, Rafa vaciló a Marc sobre el “cuarto oscuro de migración”. Le dijo: “A ver si no te llevan…”
Un dependiente revisó los documentos de Marc y le indicó: “Pase a la fila 8”. Luego tomó en sus manos el pasaporte español, lo escrutó con detenimiento pasando lentamente las hojas. Buscaba algo, deslizaba sus dedos sobre el papel, sobre las fotos, sobre los sellos. Alternaba sus ojos inquisitivos entre la fotografía y el rostro presente de Rafael. Volvía una y otra vez. Detuvo luego su mirada en el traje que portaba Rafa, en sus músculos atléticos. “Acompáñeme, por favor”, ordenó.
Rafa se puso nervioso, parecía una broma del destino aquello del “cuarto oscuro de migración”. Siguiendo la mirada lejana de Marc, sintió que se hacía “pipí en los pantalones”. “Mire joven, no se ponga nervioso”, le dijo el oficial en turno. “El asunto no es con usted. Lo que pasa es que nos cayó como anillo al dedo. Tenemos detenida a una susodicha que dice que es española, pero dudamos, así es que le pedimos que nos ayude en el comparativo…”
Rafa no entendió bien, pero menos entendería después. Entró a un cuarto, aparentemente de migración, en el que tres oficiales lonjudos comían pizza, mientras platicaban animados. Había un pasaporte en una mesa. Le pidieron que comparara su pasaporte con el que tenían ahí. Era de una joven mujer. “¿Será falso?”, le preguntaron. “Pues yo no sé, no soy el indicado para decirles, pero el papel se ve un poco diferente al mío… ¿Ya me puedo ir?”
Aún faltaba el golpe maestro. Hicieron pasar a la chica, la detenida, y sin preámbulos le anticiparon: “El cónsul de España, aquí presente, certifica que su documento es totalmente falso”. Rafa pasó de vil turista a cónsul en un santiamén, tuvo que morderse los labios para no botar una carcajada. Luego supo que la chica no sabía ni quién era Zapatero y que su ardid con un “carné de identidad” falso se desmoronó como polvorín. Como muchos otros latinos buscaba hacerse pasar por española para ingresar sin visa a Estados Unidos, pero, para su desgracia, se topó con la creatividad de los oficiales de migración mexicanos: prevenidos, cumplidores, justos y apegados a las normas internacionales.
Con su ascenso diplomático, Rafa entró al país listo para disfrutar la fiesta…